
Gantz y las obras juveniles Angel D. Becerra Juárez La adolescencia es una etapa incómoda de vivir. La desconexión generalizada con el mundo evoca un sentimiento de confusión, que la mayoría de ocasiones nos lleva a rechazar todo lo que no comprendemos o que no está de acuerdo con nosotros. Esto funciona igual de manera inversa. Idolatramos lo que capta nuestra incomodidad, aquello que, de alguna manera responde a las preguntas que nos hacemos. Que lo haga bien o no, carece de importancia, ya que sólo buscamos respuestas sin importar su validez. Es así como surgen las obras juveniles. Las obras adoptadas por la juventud no consiguen ese estatus por coincidencia. La mayoría de las ocasiones se gestan con ese propósito. Encaminan su trama, personajes e ideología para ser del agrado del público juvenil. Se crean entonces, personajes que resaltan por ser comunes y que, sin pretenderlo, se ven envueltos en situaciones fantásticas, en las que ellos juegan un papel importante...