Gantz y las obras juveniles

Angel D. Becerra Juárez
La adolescencia es una etapa incómoda de vivir. La desconexión generalizada con el mundo evoca un sentimiento de confusión, que la mayoría de ocasiones nos lleva a rechazar todo lo que no comprendemos o que no está de acuerdo con nosotros. Esto funciona igual de manera inversa. Idolatramos lo que capta nuestra incomodidad, aquello que, de alguna manera responde a las preguntas que nos hacemos. Que lo haga bien o no, carece de importancia, ya que sólo buscamos  respuestas sin importar su validez. Es así como surgen las obras juveniles.

Las obras adoptadas por la juventud no consiguen ese estatus por coincidencia. La mayoría de las ocasiones se gestan con ese propósito. Encaminan su trama, personajes e ideología para ser del agrado del público juvenil. Se crean entonces, personajes que resaltan por ser comunes y que, sin pretenderlo, se ven envueltos en situaciones fantásticas, en las que ellos juegan un papel importante. Así la obra crea empatía con su público. Una empatía que resulta sintética. Con mensajes de rebeldía y transgresión, se presentan cada verano: películas, libros e incluso música que carece de sentido al ser prefabricada.

Existen obras realmente juveniles. Las cuales, sin pretenderlo, cristalizan el descontento de una generación.  Si bien lo hacen repitiendo la misma fórmula: trama predecible, personajes vacíos con motivaciones obvias y  finales reiterativos. El espíritu de genuina inconformidad se encuentra ahí. Gantz es una de esas obras.

Publicado entre  2000 y 2013, Gantz es un cómic japonés (manga) compuesto por 37 tomos, escritos por Hiroya Oku. La trama sigue un grupo de personas, quienes después de morir, son transportados a una habitación en la que se encuentra una misteriosa esfera de color negro, la cual confirma su muerte y les hace conocer su destino como parte de una armada en contra de una inevitable invasión alienígena.



Con tintes de ciencia fiicción, fantásticos y viscerales,  la historia  cuenta con aquel toque tan característico de las obras niponas, que sorprende a cada nuevo arco argumental. Se clasifica dentro de la categoria del  llamado realismo épico; los protagonistas se involucran en situaciones extraordinarias pero también deben lidiar con los problemas de una vida normal.  La cultura japonesa cuenta con grandes exponentes del género como lo es Evangelion (Hideaki Anno) mientras que en occidente, las obras de ciencia ficción de Ray Bradbury son el referente más inmediato.  

Dentro de esta estructura drámática, Hiroya Oku nos muestra las inquietudes más comunes  que aquejan los protagonistas (el colegio, las amistades, el deseo sexual, etc.) al mismo tiempo que plantea una invasión llena de confrontaciones épicas y en extremo violentas. Ambas partes se complementan en una especie de relación simbiótica, que proporciona un ambiente propicio para que los personajes se desarrollen. Cada evento ocurrido en batalla repercute en las relaciones  de los personajes, al igual que cualquier desacierto en la vida social es arrastrado al momento de la acción.

Debido a su naturaleza, Gantz representa aquella fantasía de poder con la que tanto soñamos de adolescentes. La sensación  de lograr un objetivo a pesar de carecer de las habilidades necesarias, se encuentra reflejada y justificada en la trama. Aquella ilusión de ser único se encuentra  presente, pero esto  abarca solo  la mitad del discurso. La otra mitad se dedica enteramente a recordarnos nuestra naturaleza humana. En contraste, se empequeñecen las acciones de los protagonistas al contraponerlas con el panorama general de una guerra.



Lo que en un inicio aparentaba ser una obra de aventuras juveniles, termina por ser una deconstrucción de ese mismo tipo de historias. Se  cuestiona su propia esencia y revisa los elementos que la constituyen. Es por esto que los personajes en Gantz carecen de los valores  de un  héroe tradicional. Son egoístas,  altaneros  y valientes solo cuando la situación se desarrolla a su conveniencia. Actitudes propias de la adolescencia que comúnmente  son ignoradas en obras del mismo género son resaltadas aquí: el deseo de fornicar con quien esté dispuesto o la imperiosa necesidad de resolver todo mediante la violencia siempre están presentes.

El mensaje de la obra nos recuerda que no todo es épico. La vida es normal para casi todos, y aunque fuésemos extraordinarios, existirán más como nosotros. Esto no es necesariamente malo. Existe verdadera felicidad en ser normal, así como lo demuestran los personajes en Gantz.  Tienen errores y habilidades como cualquier otra persona. Se enamoran sin necesidad de que sea para siempre, son frágiles hasta el suicidio, pero son felices y son humanos.


Gantz, tiene el logro de ser más que una obra juvenil. Capta la incomodidad de crecer y responde aquellas dudas. No de manera grandilocuente como aquellos discursos de auto superación, sino de manera realista.  Es obra que vive más allá de la nostalgia de la juventud, es una obra que invita a crecer.

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